7. CAPTURA Y MUERTE
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A la salida de Santa Anna, ocuparon la presidencia, primero José Joaquín Herrera y luego Mariano Arista, en el periodo de éste último se agudizaron los conflictos entre las facciones políticas. El partido de la clase alta, el centralista representado por Lucas Alamán, preparaba el retorno de Santa Anna. El plan se inicio el 13 de septiembre de 1852 en Guadalajara,[1] con el apoyo de las autoridades eclesiásticas y la oligarquía local. Días más tarde, una junta de notables se reunió en el Hospicio de Guadalajara[2] donde reformaron el plan de pronunciamiento declarando que los derechos electorales son exclusivos de la clase pudiente[3] y ofrecieron la presidencia de la república a Santa Anna.



En enero de 1853 renuncia Arista; en abril regresa Santa Anna de un destierro de 6 años en Colombia y decreta disposiciones para ejercer la presidencia como dictador, promulgó un cambio constitucional, declaró en receso a la legislatura federal y la de los estados, centralizó el poder público, expidió la ley de conspiradores, que permitiría fusilar en el acto a todo culpable, limitó a la prensa libre. Desde diciembre de 1853 se le llamaría oficialmente: “Su Alteza Serenísima”, después de la época de la venta de territorio a los Estados Unidos, La Mesilla, el grupo político de Juan Álvarez organizó la rebelión contra Santa Anna.
Se difunden noticias en el gobierno de los preparativos de una rebelión organizada por Gordiano Guzmán a los gobernadores y comandantes generales ubicados en la zona de control del guerrillero. El ministerio de Guerra y Marina dicta la aprehensión de Guzmán, la Comandancia General del Departamento de Jalisco responde así el 3 de marzo de 1853.

Quedo enterado por la suprema orden de vuestra excelencia de fecha 24 del próximo pasado las prevenciones de su Alteza Serenísima se ha servido hacer para que a todo trance se procure conservar la tranquilidad pública de este Departamento, y a fin de que se persiga y aprenda (sic) a D. Gordiano Guzmán, (…) esta comandancia general dará su debido cumplimiento a dicha suprema disposición, a cuyo efecto, hoy mismo marcha una sección compuesta de cuatrocientos infantes y cincuenta caballos a situarse a la Ciudad de Zapotlán el Grande, a las órdenes del Sr. Coronel C. Cabrera, quien lleva instrucciones convenientes y con arreglo a las disposiciones que S.A.S. tiene comunicadas (…)[4]

Juan Álvarez llama a la rebelión el 1 de marzo de 1854, desconociendo a Santa Anna como presidente de la república, la vorágine de la revolución enciende a los Departamentos de Michoacán y Guerrero. El 2 de marzo Santa Anna dirige una División hacia Cuernavaca, Taxco e Iguala para aplastar a Álvarez, mientras que otra División encabezada por Francisco Cosío Bahamonde salió a Morelia en persecución de Guzmán. La clase alta participa atacando a través de la prensa en Siglo XIX, El Universal y El Ómnibus forjando la idea en la sociedad de que la revolución sería un fracaso por no tener apoyos, y que incluso se encontraban fortificados por carecer de respaldo, difunden estas ideas con el objeto de desprestigiar el movimiento.[5]
Después de iniciada la revolución de Ayutla, en las cercanías de Zacatula, Gordiano Guzmán estuvo en contacto y acuerdos con el comandante centralista José Ramón Cano, quien secretamente le tiende una trampa. Le convenció en estar de acuerdo con la rebelión y que también quería derrocar a Santa Anna. Pocos días más tarde, 23 de marzo 1854, el comandante Cano los traicionó y capturó a Guzmán y colaboradores, la acción le mereció el nombramiento de Teniente Coronel y $300 pesos, éste entrega a los prisioneros a Cosío Bahamonde.
Los militares aceleraron los procesos para aniquilar rápidamente a sus enemigos, a quienes se les aplicó con todo rigor la ley de conspiradores, así que por más órdenes, esfuerzos desesperados y negociaciones que emprendió Juan Álvarez para salvarlos, a través de sus redes de control y poder éstas no fructificaron, ni el hecho de que vecinos influyentes y acomodados intervinieron para pedir el indulto para ellos, no consiguieron absolutamente nada, la muerte parecía segura.
Sus enemigos los prefería muertos, pues Guzmán siempre fue para ellos un incitador de indios, mestizos y mulatos, por tanto un peligroso desestabilizador social, esta era la oportunidad de oro que durante años este bloque de poder estuvo acariciando, no soltarían la presa, así que Cosío Bahamonde divide a los prisioneros y los envía fuertemente escoltados a diversos puntos para evitar un posible rescate y Guzmán es enviado a Cutzmala en donde será finalmente fusilado el 11 de abril de 1854 a las once de la mañana, Guzmán tenía al morir 65 años de edad.


[1] Grito de Guadalajara.
[2] Plan del Hospicio.
[3] Y ¿qué de los ex combatientes insurgentes ahora viejos y qué de la gente del pueblo, que fueron los verdaderos combatientes por la libertad?
[4] Expediente 4508, f 20 Secretaría de la Defensa Nacional documento 61 en Gordiano Guzmán insurgente y federalista Secretaría de Cultura Jalisco, México 2005
[5] Olveda Legazpi, Jaime, Gordiano Guzmán, un cacique del siglo XIX INAH-SEP, México 1980 pág. 192.

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