8. EL OLVIDO
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Gordiano Guzmán empezó su lucha por alcanzar ideales de independencia y con la finalidad de beneficiar al bajo pueblo, la lucha les prometía igualdad política, económica y sobre todo social, pero no llegó. Como arremetía en defensa de ese derecho ganado con sangre, fue incomprendido por sus contemporáneos, al querer poner al alcance de las masas la justicia social.



Los elementos de la sociedad del antiguo régimen y de la emergente, tenían miedo de la vorágine de la revolución popular, pues sentían amenazado su patrimonio y el status quo. El pueblo representado por líderes de extracción humilde como Guzmán no hacía proclamas por no saber expresarse sino con las armas, de hecho la gran masa del ejército popular era analfabeta e incluso algunos no hablaban el idioma español, eran como lo menciona el historiador Jimenéz Camberos los “los sin voz”, por eso sus caudillos, en el sentido de líderes, se alzan como sus representantes, ellos son los que dejaron algunos, pero no muchos, documentos escritos.
Guzmán era un federalista, sin embargo, algunos de los de su bando, al llegar al poder actuaron como lo habían hecho los centralistas al considerarlo un peligro, un desestabilizador social. Hay quien afirma que se deleitaba en su papel de cacique, ¿será?, sus contemporáneos se preguntaban y no comprendían como podía renunciar a la comodidad de la paz y no ubicarse en una posición de poder, que le hubiese permitido acumular riqueza, en lugar de eso prefirió colocarse a la defensa de los miembros de las otrora castas, los miserables, los desposeídos (lumpen). Tal vez por ser él mismo un mulato, o tal vez porque no se creía capaz de dirigir una Nación, sin tener preparación intelectual, no podemos saber. Él estaba al tanto que los de su clase todavía eran discriminados, habían sido carne de cañón, y estaba al corriente de que otros disfrutaban las mieles del triunfo que ellos habían conquistado.
En un periodo de paz, Guzmán se lamenta en una carta que escribe desde Sayula Jalisco el 25 de noviembre de 1848 y que dirige al Ministro de guerra y Marina, la percepción que tiene de cómo lo trata la clase en el poder y los diferentes gobiernos que atacan su persona:

(…) pocos gobiernos que han precedido han sido anuentes a mis principios políticos y he conocido que mas se han convertido en enemigos e irreconciliables, que lejos de hacer una gracia han deseado mi total ruina (…) como mi objeto en las diferentes revueltas que hemos sufrido de la política y en algunas en que me he mezclado ha sido con el noble fin de hacer mas bien un bien general a mi patria, que buscarme el mío particular; de allí es que a mí se me ha tenido por un genio perturbador de destruir lo mejor para establecer lo malo, siempre dándole malas inteligencias a mis hechos e intenciones sanas, cuando estas han partido siempre por los principios con que me eduqué en política, siguiendo aquellas huellas de mis primeros héroes de independencia, de darle al pueblo lo suyo y de hacer su voluntad para la conservación de sus incuestionables intereses, y no otras miras rastreras que se me han querido aplicar para éstas. Siempre he encontrado una oposición superior a mis fuerzas, y aquí el escollo para ser tratado siempre mal, siempre vilipendiado, siempre condenado a un desprecio y olvido, hasta quererme hacer desaparecer de la vista de los hombres por ruines y atroces designios (…)[1]

Se le capturó en las costas de Michoacán luchando contra los centralistas, apenas 22 días después de iniciada la revolución de Ayutla, fue de las primeras bajas y una muy significativa para el movimiento. Al terminar la lucha a favor de los republicanos, el ministro de justicia y negocios eclesiásticos, don Benito Juárez informa al ministro de guerra y marina el 21 de noviembre de 1855 que el gobernador de Jalisco le ha escrito:

(…) manifestándole que de todas las clases de ciudadanos de este estado, donde tantas simpatías tuvo por sus antecedentes y servicios el benemérito cuanto infortunado General D. Gordiano Guzmán, he recibido excitativas continuas para que se proceda contra sus asesinos, cuyo castigo reclaman altamente la justicia y la moralidad de la nación (…) procedan contra los asesinos del infortunado patriota Don Gordiano Guzmán traidoramente asesinado en Michoacán (…)[2]

En abril 19 de 1856, el gobernador liberal de Jalisco, Santos Degollado, decreta que Zapotlán el Grande cambia de nombre para llamarse ciudad Guzmán para honrar a tan insigne patriota y que la población de Tamazula que le vio nacer, también cambiaba de nombre para llamarse en lo sucesivo Tamazula de Gordiano, y que sus restos serían exhumados para llevarlos a Guadalajara y ser nuevamente sepultados con los debidos honores.[3]
La desinformación histórica de este personaje, permitió la revocación de aquella decisión de justicia, y un 9 de enero de 1997 como una muestra de olvido, deshonra e ingratitud del pueblo mexicano, sobre todo el de sus coterráneos, bajo el decreto número 16474, el Congreso del estado de Jalisco retira oficialmente el nombre de ciudad Guzmán a esa población, para llamarse en lo sucesivo con su anterior denominación, ciudad Zapotlán el grande, lo que causó la alegría y beneplácito de sus habitantes, aunque de otros, la indolencia.


[1] Expediente XII/III/3-808, fs 147-148; Archivo de Cancelados de la Secretaría de la Defensa Nacional en Jiménez Camberos, Gordiano Guzmán insurgente y federalista Secretaría de Cultura Jalisco, México 2005 documento 55, Comunicado al Ministro de Guerra y Marina, pág. 126-127.
[2] Expediente 5196 f 1, Secretaría de la Defensa Nacional, Archivo Histórico en op. cit. pág. 148.
[3] Esta última instrucción, nunca se llevó a efecto, al menos no hasta ahora (marzo 2010).

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