4. RESENTIDOS Y TAIMADOS
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Gordiano adoptó, pues, el papel de un personaje que busca resarcir a la clase explotada del despojo de que había sido objeto desde la conquista; buscaba evitarles la miseria. Esta paupérrima condición quedó representada en la turba de “léperos” o “pelados” que deambulaban por las calles en busca de algún transeúnte, fuera para asaltarlo o solicitar limosna. En ocasiones llegaron a tomar una participación política muy peligrosa al poner de manifiesto su fuerza mayoritaria, recordemos la presión que ejercieron en la elección de Iturbide como emperador, o en el ataque al Parián en la ciudad de México a fines de 1828 (La Acordada) al apoyar a Guerrero.





El caso de que la gente del sur de Michoacán y Jalisco se identificara mejor con Gordiano Guzmán que con el gobierno, lo demuestra el hecho de que siempre fue protegido cuando se le perseguía y hasta se le pertrechaba, como mejor pudieran sus circunstancias. Él, con buen juicio, prefirió atraer a sus enemigos a sus dominios, antes que exponerse en zonas que no conocía y en donde incluso tendría problemas para abastecerse.
A partir de la consumación de la independencia, Gordiano se dedicaría a hostilizar a todos los regímenes que encabezaran los individuos que le dieron otra dirección a la lucha por la libertad política, mismos que se mostraron muy interesados en eliminarlo, de modo que Agustín de Iturbide, Anastasio Bustamante, Santa Anna y demás criollos de esa calaña, se fueron convirtiendo para Guzmán en indeseables.

De las cuadrillas rebeldes surgidas en el sur (de la Intendencia de Guadalajara), solo las de Gordiano Guzmán se mantuvieron unidas y sublevadas aun después de 1821, por el hecho de haberse consumado la independencia bajo condiciones que (…) no le parecieron las idóneas.[1]

Gordiano Guzmán, toda su vida fue parte de este movimiento reivindicatorio, que no terminó con la consecución de la independencia política de la metrópoli, toda vez que los sobrevivientes de la elite colonial buscaron imponer una nueva hegemonía, a través de los proyectos de gobierno centralista que constreñían los proyectos sociales. Aparecían estos sobrevivientes, en coyunturas políticas favorables volvían a conspirar y a hacerse escuchar, apoyando pronunciamientos o participando en rebeliones contra los gobiernos que pretendían las formas republicanas.
Desde la ciudad de la entonces Valladolid, esos conspiradores integrantes del bloque conservador, la elite criolla local, condescendiente con los principios y propósitos del bloque de la elite criolla de la capital, pusieron mucho énfasis en mantener vigilado a Gordiano, por su adhesión al proyecto republicano y a los diferentes pronunciamientos federalistas que partían desde el sur de Jalisco y Michoacán relacionados con este proyecto político, lo que impedía, según ellos, el logro de la “estabilidad social” necesaria, para la consolidación del sistema centralista.
Lo anterior tendría un impacto decisivo en la vida cotidiana de Gordiano, retirado a la vida civil en Tamazula con licencia del ejército, sería catalogado por el bloque de los centralistas de la Ciudad de México y Morelia como altamente peligroso para el orden social, opinión que compartían los integrantes del bloque dominante en el sur de Jalisco.
Desde la Ciudad de México, capital del naciente país, los defensores de la continuidad de las instituciones coloniales, integrantes de los gobiernos centralistas, deseaban que quienes podían encabezar las reivindicaciones sociales de los sectores subalternos como el caso de Gordiano Guzmán, desaparecieran del escenario social, puesto que en la medida en que los representantes son muertos, las clases populares son acalladas.[2]




[1] Muriá, José Ma. et al Historia de Jalisco. Tomo II De finales del siglo XVII a la caída del Federalismo Unidad editorial Gob. Edo. de Jal. INAH, México 1981, pág. 381
[2] El criollo Pedro Celestino Negrete (…) andaba en campaña en la región de Zapotlán en marzo de 1821 persiguiendo al taimado cabecilla insurgente Gordiano Guzmán. En la correspondencia con Guzmán sobre la posibilidad de que este se rindiera y fuera indultado, se mencionaba el rumor de que el gobierno de Guadalajara y de otras partes mataba clandestinamente a los rebeldes que se habían entregado al abrigo de la noche; Van Young, Eric; La otra rebelión La lucha por la independencia de México, 1820- 1821 Fondo de Cultura Económica, México 2006, pág. 584

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