2. INICIO DE SU CARRERA
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Según la hoja de servicios que el propio Gordiano Guzmán envió al Congreso de Jalisco en 1848, con el fin de que se le otorgara una pensión, su ingreso al movimiento independentista fue el 15 de noviembre de 1810, al grupo insurgente capitaneado por su hermano Francisco.[1]


Desde el principio acaudilló a un grupo de peones de campo de la jurisdicción de Tamazula. Dada su intensa actividad convirtió muy pronto al sur en una región bulliciosa por donde no dejaban de transitar las tropas realistas en persecución de la “chusma” de indígenas que habían optado por adherirse a un movimiento que prometía a los suyos una mejor condición social.[2]
El evolucionado pensamiento de Morelos conjeturaba, una nación integrada por indios y criollos en contra de los españoles y el pasado colonial.[3] Una de las primeras preocupaciones del caudillo insurgente fue liberar al campesino, en la medida que fuera posible, de todas las ataduras que lo mantenían como esclavo. Esto es, Morelos intercambiaba ideas con otros teóricos para encontrar la posibilidad de lograr la abolición de la esclavitud[4] y de los tributos; de la supresión de las castas y hasta de la distribución de las tierras.
Al poco tiempo de haber iniciado su carrera militar, los hermanos Francisco y Gordiano Guzmán, buscaron la manera de ampliar su campo de operaciones dentro de la misma intendencia de Guadalajara, pero ahora sobre el ámbito sureño del actual Michoacán, sin descuidar lo conquistado. Esta anexión les permitió ponerse en contacto, conocer ideas revolucionarias de igualdad y libertad y confraternizar con caudillos de la talla de José María Morelos, Vicente Guerrero y Juan Álvarez, casualmente todos de ascendencia negra.
En poco tiempo los hermanos Guzmán pudieron apoderarse de los lugares ubicados en los actuales límites de Michoacán, Jalisco y Colima. Por otro lado, fueron muchos los clérigos que se sumaron a las filas insurgentes, todos ellos pertenecientes a las esferas inferiores de la estructura clerical[5]. En su contra se dictaron también medidas violentas, como la que expidió el virrey Francisco Javier Venegas el 22 de febrero de 1811, que autorizaba a los jefes realistas a fusilar a todo sacerdote o fraile que se encontrara mezclado en el movimiento.
Los hermanos Guzmán recibieron de Rosendo Porlier, su primera derrota en la cuesta de Sayula, el 13 de marzo de 1811. La audacia insurgente nada pudo contra la disciplina, preparación y mejor pertrechamiento de los realistas[6], éstos los pusieron en fuga y el escarmiento fue cruel; los militares realistas incendiaron la villa de San Andrés Ixtlán, y efectuaron consejos de guerra en Sayula y Zapotlán.
Para aterrorizar a los vecinos hubo azotes públicos, tusamiento, cárcel y ahorcamientos, fuera un solo castigo o en combinación. Además, dejaban los cuerpos colgados en las afueras de los pueblos con pena de igual muerte a quien se atreviera a bajarlos[7]. A pesar de ello, entre los guerrilleros del sur, Francisco y Gordiano Guzmán fueron los líderes de los sin voz que más sobresalieron en los hechos de armas y por consiguiente, los más perseguidos por las autoridades coloniales. Su obsesión en esa época, la capital del cantón de Sayula.
Sayula era entonces asiento de una diputación del Consulado tapatío y de una de las oficinas recaudadoras más copiosas, ya que reunía todas las contribuciones de la comarca. De ahí que las preferencias insurgentes y los cuidados realistas se concentraran en ella.[8]
Por otro lado en lo que respecta a las acciones de guerra de Morelos en 1811, el destino le auguraba una cadena de victorias,
(…) la gente de Morelos había continuado triunfando; en efecto; a fines de agosto, en una campaña de 9 meses, había destruido u obligado a retirarse a todas las tropas reales desde la costa del Sur hasta el Mezcala; tomando su artillería y armamento, y se había hecho dueño de toda aquella extensión de país, no quedando por el Rey mas que la plaza de Acapulco, cuya guarnición no se atrevía a salir.[9]
En lo que concierne al sur de la intendencia de Guadalajara, la actividad desplegada por las fuerzas armadas de los Guzmán, contra las fuerzas de la clase social en el poder, fue incesante; estuvieron presentes en los ataques a Zapotlán, el 18 de diciembre de 1811; el 3 y 14 de marzo de 1812 a Tamazula y en mayo del mismo año en Mazamitla; en las inmediaciones de Santa Rosa el 8 de abril.[10] En esos días en otro escenario, José Antonio (el amo) Torres, era ahorcado en Guadalajara el 23 de abril de ese año de 1812.[11]
Hay que hacer mención del célebre enfrentamiento del 10 de diciembre de 1812 en donde Francisco Guzmán quedó sin vida en el campo de batalla, durante una contienda contra las fuerzas realistas del comandante Juan Nepomuceno Cuéllar en Zapotiltic[12]. Esa madrugada se convirtió en una acción sanguinaria al haber sido atacados por sorpresa, murieron muchos combatientes y civiles que nada tenían que ver con un bando o con otro, entre los muertos los capitanes insurgentes, Rentería, Villaseñor, Quintero y Guzmán.[13]
Posteriormente Cuellar mandaría arrastrar, a cabeza de silla a los muertos desde la población hasta el cementerio, allí es identificado Francisco por su madre, obligada a hacerlo en contra de su voluntad, Cuellar ordena arrancarle la cabeza y encajarla en una lanza y cortarle una mano.[14] Apresaron también al hijo de Francisco y a Juan de Dios, hermano de los Guzmán, éste nada tenía que ver con el movimiento, pero por el hecho de ser familiares, ambos fueron pasados por las armas.
Tras la ejecución de Francisco, Gordiano siguió encabezando un grupo no mayor de 300 hombres. La pérdida de su hermano y familiares lo volvió más comprometido y deseoso de hostilizar a los realistas. Los méritos alcanzados hasta 1812 le permitieron se le reconociera como teniente coronel de caballería a partir del 18 de noviembre.
El sistema de guerrillas impedía el establecimiento de un centro fijo de operaciones, Guzmán se veía forzado a transitar constantemente por todo el sur y ocasionalmente, Tamazula le sirvió como punto de concentración. La sierra del Tigre, la sierra de Mazamitla, Teocuitatlán, San Gerónimo y las escabrosas barrancas de Atenquique le sirvieron de escondite y en muy pocos casos, los realistas podían localizar a los insurgentes.[15]
Por sistema, cada grupo insurgente se componía de apenas una cuadrilla poco numerosa por cuestiones económicas y organizativas; esto es, era recomendable el menor número de hombres ante situaciones de abastecimiento de armas, municiones, agua y comida, además que se facilita el escape y borrar cualquier rastro.[16]



[1] Archivo del Congreso del Estado de Jalisco, Legajo 1848. Hoja de servicios de Gordiano Guzmán, citado en Olveda Legazpi, Jaime; Gordiano Guzmán, un cacique del siglo XIX ;INAH-SEP, México 1980, pág. 75.
[2] Olveda 1980, pág. 75.
[3] El liberalismo mexicano en la época de Mora 1821-1853; Hale, Charles A. Edit. Siglo XXI México 1972, p. 221.
[4] “(…) habían tomado parte en la insurrección desde sus principios los esclavos, gentes aclimatadas y sufridas”. Paula y Arrangoíz, Francisco de México desde 1808 hasta 1867 Edit. Porrúa, 1999 México, pág. 132.
[5] Vincent, Theodore G. The legacy of Vicente Guerrero, Mexico’s first black indian president. University press of Florida, 2001 pág. 37.
[6] José Ma. Muriá; La independencia en la Nueva Galicia; Dpto. Educación Pública Jalisco México 1985, pág. 38; ver también Paula y Arrangoiz, pág. 70.
[7] En efecto, en una lista de sentencias pronunciadas por el Consejo e Guerra Militar establecido por el general José de la Cruz, fechada en Guadalajara el 28 de mayo de 1811, se afirmaba que los cuerpos de los rebeldes ejecutados se colgaban a la entrada de los pueblos "para escarmiento general". AGN, Infidencias, vol. 5, exp. 10, ff. 322-329, "Sentencias pronunciadas por el Consejo de Guerra Militar Permanente Ejecutivo, establecido por el señor Brigadier Dn. José de la Cruz del ejército de la Octava", Guadalajara 28 de mayo de 1811; citado en: De la razón moral a la razón de Estado: violencia y poder en la insurgencia mexicana de Marco Antonio Landavazo, pág. 859; Historia Mexicana 215 vol LIV núm 3.
[8] Muriá, pág. 41.
[9] Paula y Arrangoiz, pág. 78.
[10] Muriá, pág. 40.
[11] Paula yArrangoiz, pág. 89.
[12] Parte al Teniente Coronel Manuel Arango, documento 6, Jiménez Camberos, Isidoro; Gordiano Guzmán insurgente y federalista; Secretaría de Cultura Jalisco, México 2005, pp. 33-34.
[13] Jiménez Camberos; pág. 21.
[14] Documento 7 Información levantada a petición del ayuntamiento de Tamazula ante el Alcalde 2º constitucional de esta villa. En Op. Cit. pp. 35-36.
[15] Muriá 1981, pág. 381.
[16] Ídem, pág. 382; En agosto de 1814, Calleja hablaba de la situación de guerra: “Como los rebeldes armados discurren en gavillas sin localidad, ni asiento y se componen en la mayor parte de hombres de campo, de los trapiches y de las minas, gente de a caballo, acostumbrados al vicio, a la frugalidad y a la miseria, ni tienen ni necesitan de una administración regulada; sin cálculo ni previsión vagan por todas partes; comen, roban, talan y saquean donde lo encuentran ya reunidos en grandes masas, ya dividiéndose en cortas partidas, y el daño lo hacen todo refluir sobre nosotros (….)” Paula y Arrangoiz 1974, pág. 135.

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